COMUNICADO DE PRENSA
San Cristóbal de Las Casas, a 12 de noviembre de 2011
El maíz es el cultivo más extendido del planeta, tiene su origen en la agricultura que nos enseñaron nuestros padres y nuestros abuelos, herederos de las culturas mesoamericanas y, sin embargo, próximos al año 2012 en que el calendario maya marca un final y un re-inicio de la vida, vemos que nuestros pueblos campesinos están cada vez más pobres, nuestros bosques tienen cada vez menos árboles y los animales de la montaña están amenazados con extinguirse, incluso las abejas y otros insectos que se alimentan de la milpa huyen de las zonas de cultivo para refugiarse en zonas libres de agroquímicos.
No necesitamos agroquímicos, herbicidas, plaguicidas ni fertilizantes químicos. Durante miles de años la agricultura tradicional ha sido sostenida combinando plantas y adaptándolas al clima, aprovechando la energía del sol, nuestro padre, y del agua, nuestra vida, en la tierra, nuestra madre.
Así fue como nuestros abuelos y abuelas cruzaron plantas silvestres y nació el maíz, hace más de 7,000 años, y durante todo este tiempo cada año lo hemos sembrado en climas fríos y calientes, en valles y montañas. El maíz es producido por el campesino, y sirve de alimento para la reproducción social. La agricultura del maíz nos alimenta y nos organiza, por eso decimos que somos hombres y mujeres de maíz.
Más de 60 razas de maíz se cruzan en México cada año, aumentando su diversidad. Las mujeres y hombres de cada familia se reunen después de la cosecha para seleccionar las mejores semillas por raza, por color, por tamaño, por su dureza. El maíz sirve para alimentarnos todo el año, para alimentar las gallinas y todavía se guarda para volverse a sembrar el siguiente ciclo.
Hay una crisis del maíz, la tierra ya no es suficiente para producir todo lo que comemos, algunas mujeres lo combinan con harina de maíz para que le rinda a su familia todo el año. Nosotros como productores tradicionales de maíz y frijol, hemos aprendido a mejorar las variedades, experimentamos y nos capacitamos para aumentar los rendimientos. Sin embargo, hemos escuchado infinidad de veces cuando jefes de gobierno y algunos académicos recomiendan dejar de sembrar maíz, supuestamente porque ya no es rentable.
Las empresas de agroquímicos promueven falsas soluciones a la crisis alimentaria, y ahora han inventado semillas modificadas genéticamente, conocidas como transgénicos, que anuncian con propaganda engañosa, que se introduce en México por las importaciones de maíz de Estados Unidos, y que las tiendas Diconsa distribuyen sin advertir a los productores los riesgos a la salud y el medio ambiente por sembrar maíz transgénico.
Hoy nos manifestamos contra esas voces que hacen llamadas falsas a dejar de sembrar maíz, rechazamos los programas que promueven la agricultura con agroquímicos, fertilizantes y semillas mejoradas, híbridas o transgénicas.
Rechazamos los experimentos de maíz transgénico en el norte de México, la falta de un régimen especial de protección al maíz nativo, las lagunas jurídicas en las leyes de semillas y organismos genéticamente modificados.
Denunciamos el Programa Estratégico de Maíz Mexicano que promueve en Puebla la empresa Monsanto, una de las responsables por contaminación de agroquímicos, herbicidas y semillas transgénicas en el mundo que se pasean en México con total impunidad. Hacemos un llamado a la Confederación Nacional Campesina (CNC) a que niegue su apoyo a este programa, y a la Universidad Antonio Narro a que evite la bioprospección o biopiratería de maíz nativo.
Si Monsanto logra patentar el maíz nativo estaremos en riesgo de perder el control campesino de las variedades de maíz con las que se hacen las tortillas, el pozole, las tlayudas, las palomitas de maíz, el atole y muchos alimentos más.
Manifestamos nuestro apoyo al Grupo Vicente Guerrero de Tlaxcala que ha logrado el reconocimiento a los productores de maíz nativo y su patrimonio biológico y cultural, en una ley del Congreso estatal, y que ahora ha iniciado una demanda contra Monsanto por bioprospección del maíz nativo en Puebla.
Hacemos un llamado a los gobiernos federal, estatal y municipales, los ejidos y comunidades, a las organizaciones de productores y de derechos humanos, a que vigilen las semillas nativas libres de transgénicos, promuevan la agricultura familiar y eviten la contaminación de tierras, bosques y aguas por agroquímicos.
En particular llamamos a la Sagarpa y a Semarnat a que cancelen definitivamente toda experimentación de maíz transgénico en México, a que reconozcan todo el territorio como centro de origen del maíz nativo. Llamamos al Conacyt a que cancele los proyectos de investigación que incluyan biopiratería, bioprospección y patentes de semillas nativas de maíz, frijol y otras plantas que son el patrimonio biológico y cultural de los mexicanos.
Llamamos al gobierno de Chiapas a que emita un decreto o ley de reconocimiento a la agricultura familiar, al trabajo campesino de selección y fitomejoramiento de las semillas nativas, a la producción de abonos orgánicos para fines de autoconsumo y que deje de promover la introducción de agroquímicos, fertilizantes químicos, herbicidas y semillas híbridas, mejoradas o transgénicas.
Llamamos a las organizaciones sociales a solidarizarse con la manifestación pública que saldrá de las comunidades y municipios de Los Altos de Chiapas hacia San Cristóbal de Las Casas el próximo 24 de noviembre, en contra de los programas de gobierno que promueven y toleran la distribución de estos venenos y a favor de la agricultura familiar, libre de agroquímicos y semillas transgénicas.
Red Maíz Criollo Chiapas
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